Ella. Que logra reunirnos a todos. Los de allá y los de acá. Sin fisuras, sin dobleces, sin ambages. Sin reproches. Sin ideologías.
Ella. Que nos ampara, nos protege, nos sirve de consuelo y nos reconforta.
Ella. Que nos guía y calma nuestras heridas.
Sólo Ella.
Es difícil aceptar la amable invitación del Mayordomo de Nuestra Señora la Virgen de Carrión sin que te emociones, sin que se agolpen los recuerdos, sin que eches la vista atrás por todo lo vivido con mi familia materna, dando gracias siempre a nuestra Madre, la que siempre nos cuida, a la que pedimos, con la que hablamos, a la que rezamos.
En este pueblo tan especial, tan peculiar, tan dado a las filias y a las fobias, nada ni nadie nos une como Ella. Sin reproches, con verdad. Siempre Madre. Siempre Redentora. Decir Carrión es decir esperanza, consuelo, arraigo, ilusión, devoción y fe. Desde cualquier lugar, la Patrona de Carrión se convierte en punto de encuentro de alburquerqueñosde orígen y de corazón. Nadie como Ella logra sacar lo mejor de nosotros como pueblo, ni logra reafirmarnos en nuestras raíces y en nuestras tradiciones.
La Virgen de Carrión siempre irá unida a mi abuelo y a mi madre. Mi abuelo Valentín fue su Mayordomo desde antes de yo nacer. Recuerdo esa pasión por todo lo que tenía que ver con Ella, recuerdo volver cargado de decenas de objetos que mi abuelo compraba en la subasta de las Fiestas porque todo le parecía poco para nuestra Patrona. Mi abuelo fue generoso con todos siempre, pero con Ella se desvivía.
Recuerdo la medalla de oro de la Virgen de Carrión que mis padrinos, Mercedes y Valentín, me regalaron cuando me bauticé en Santa María del Mercado y que me acompañó colgada de mi cuello hasta los 20 años. Un día estuve a punto de perderla y me dio tanta angustia que la mala suerte me hiciera deshacerme de algo tan valioso para mí y de tanto significado para los míos que desde entonces está guardada en una caja y recurro a ella a veces cuando lo necesito.
Todos los momentos bonitos de mi infancia pasan por Alburquerque y por Carrión. Mi madre y mi abuelo siempre se encargaron de ello junto con mis tíos. Ese prepararnos a todos los primos para irnos a las vaquillas, ese acompañar a la Virgen en sus traídas a Alburquerque, esas romerías
disfrutando de la familia y de la fe por la Patrona, ese acompañar a mi madre vendiendo en la tienda de recuerdos de la Ermita.
Qué cierto es que aquello que te inculcan desde la cuna queda en tu alma para siempre. Porque yo sigo rezando a la Virgen de Carrión para compartir penas y alegrías, me acerco a verla siempre que puedo y procuro transmitírselo a mis hijos.
Mi recuerdo especial para los que se fueron y desde el cielo disfrutan de las Fiestas de septiembre junto a todos nosotros, y para los hijos de Alburquerque que estando lejos llevan a nuestro pueblo en el corazón.
Que todos seamos capaces de ilusionarnos y reilusionarnos, de encarar el futuro con fuerza y confianza, de sentirnos partícipes de una historia importante, de nuestra historia, la que cada día construimos. Que la Virgen de Carrión os proteja.
¡Viva la Virgen de Carrión! ¡ Viva Alburquerque!
Victor Piriz Maya